La casita que salvé de la quema

Hace un par de semanas tuvimos barbacoa, y el destino quiso que justo en el momento que mi maridito estaba preparando el fuego, fuera yo amablemente a llevarle un tintito de verano. 

Fue entonces cuando la vi en sus manos, allí estaba gritando de angustia pues su cruel destino estaba a tan solo un par de metros.

Diego la cogió de la bolsa de la yesca en la que pedazos de madera esperan para ser echados a la lumbre... pero ella.. ¡Ella no era un trozo de madera cualquiera!! era una preciosa y vieja casita que algún día adorno alguna habitación, qué quien sabe qué loco despiadado había llevado a aquella bolsa de yescas! 

Gracias a que llegué yo para salvarla!! 

Los que allí estaban me miraron extrañados cuando me lancé en picado a arrebatársela de las manos, me sentí un poco como si tuviera síndrome de Diógenes, pero yo, ya la estaba viendo en casa, arregladita, limpita, tenía los colores clarisímos en mi mente! qué ganas de ponerme a arreglarla!

Toda esta semana he ido haciéndole cositas, un día lijarla, otro pintarla... así es como luce ahora... 

 

  

Aún no sé dónde la voy a poner... me gusta mucho el resultado, y sé que está muy contenta de estar en casa, a salvo
Se la ve feliz, no creéis? 

☺